CONCEJO DELIBERANTE DE LANÚS

martes, 7 de febrero de 2017

EDICIÓN IMPRESA. ESPIRITUALIDAD. Salir de la queja


ANDREA VARTANIÁN

Todos tenemos en nuestra vida momentos de disconformidad que nos lleva a la queja y pasa a ser algo que nos tiene atrapados. Las exigencias de nuestra sociedad son ilimitadas y permanentes, y la queja pasa a ser una costumbre, un pasatiempo, una defensa o estado habitual de la persona.

Vivir instalados en la queja no es una elección de nuestra voluntad, es un mecanismo automático que poco a poco nos ha ido tomando terreno y no podemos dejar de hacerlo, la queja nos ha ganado todo el terreno y no somos conscientes de ello, nos quejamos por todo, no contamos ninguna alegría, solo compartimos y pensamos quejas, quejas y más quejas, pues la queja se retro alimenta de si misma, acaba siendo una adicción.

Con estos estados, donde la queja se apodera de nuestra personalidad, nos obliga a pasar la vida lamentándonos por lo que fue, por lo que pudo haber sido o por lo que otros nos provocaron.

La persona quejosa crea diariamente un muro de lamentos tristes sobre su vida, que tiene mala suerte, que su vida es monótona, que hubiese podido ser mejor, que su relación con su pareja no funciona, que está viejo, que tiene dolores, que son perdedores, que lo atacan, que lo provocan, y así en una lista interminable.

Las típicas frases-¿Por qué a mí?-, -¿Si pudiera o si hubiera?-, ¡Estoy meado por un dinosaurio!, -Debería haberlo hecho-, -Ojalá pudiera hacerlo de nuevo-, ¡Es por tu culpa!, -Vos me convenciste-. Son algo que se retroalimentan día a día.

Las emociones que acompañan las quejas son de fracaso, pérdida, tristeza, confusión, falta de ocasiones; todas hacen referencia a hechos errados del pasado que querrían modificar, sin poder ver las nuevas oportunidades.

El quejoso posee un estado de insatisfacción obligado a defenderse de todo y frente a todos, temiendo siempre una agresión, paralelamente da una imagen de persona débil, para que le tengan compasión y lástima.

Al moverse superficialmente con lo que desea y no profundizar su situación, no se culpa a sí mismo sino a los que lo rodean, por lo que, compañeros, amigos y familia son el blanco preferido de sus agresiones. No acepta que llegó a esa situación por su incapacidad, su decisión mal encarada, y que no sabe corregirse.

Con cada día tenemos un regalo, con cada queja arruinamos el día, no valoramos todas las posibilidades, si nos quejamos por la comida, pensemos en los millones que no comen, si se quejan de tus hijos piensen en los que no tienen, si se quejan de sus dolores, fíjense en los que no se mueven de su cama.

Para cambiar de estado quejoso a uno más optimista, debemos ponernos en marcha y dar “un primer paso” mental de ideas menos egoístas, que nos guiarán a la correcta elección del camino y nos impulsarán a la adecuada acción.

Este “paso mental” debe comenzar preguntándonos sobre ¿qué debo cambiar en mi vida, en vez de quejarme?, debo repensar mis prioridades que incluyen mi trabajo, mi familia, mi pareja, mi conducta particular, mis negocios, mis estudios, mis relaciones, mi egoísmo e indiferencia, mis emociones y sentimientos, mi comunicación, mi visión de los demás, mi profesión, mi físico, mi personalidad o mi espiritualidad.

Pero toda esta insistencia a pensar en “mí” tendrá el verdadero significado cuando transformemos ese “mí” en “nosotros”, que significa incorporar a los otros en nuestra vida.

Si no descubrimos con nuestra mente el cambio que debemos realizar, si no nos hacemos las preguntas correctas, no tendremos esa segunda oportunidad y volveremos de nuevo al estado de “quejoso rutinario”.

Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”, las cosas y los hechos no van a cambiar solos, si no cambiamos nosotros.
Debemos descubrir qué es mejor aprender del pasado, que quejarse por lo que ya sucedió.

Estar presos en la queja, es bastante deplorable y hay que combatirla, por nuestra salud emocional y por lo que contaminamos en nuestro entorno, ya que se suele generar un ambiente feo en el que muchas veces provoca rechazo en el otro, y nos va aislando, al igual que nos aísla de los buenos momentos que puedan llegar a venir.

Optar X ver la vida con otros ojos, estar abiertos a nuevas oportunidades que ella nos presenta y aceptar lo que no se da es un trabajo mental importante que debemos aprender a realizar para una mejor vida para nosotros o quienes nos rodean.

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