CONCEJO DELIBERANTE DE LANÚS

viernes, 6 de febrero de 2015

EDICIÓN IMPRESA.Editorial: El caso Nisman y la salud de la República

La Argentina es una república. Por definición, república (del latín res publĭca, ‘cosa pública’, ‘lo público’) es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley (al igual que otros regímenes basados en el Estado de derecho) como la forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. 

La muerte del fiscal Alberto Nisman debe conmover a toda la sociedad argentina, y todos los resortes institucionales no tienen otro camino que reclamar y propiciar un rápido esclarecimiento. Si el caso quedara impune, la Argentina ¿podría seguir siendo una verdadera república?

Nisman fue encontrado muerto con un tiro en la cabeza el domingo 18 de enero en su departamento del exclusivo barrio de Puerto Madero, en la Ciudad de Buenos Aires. 

Su deceso tuvo repercusiones hasta en la prensa internacional, ya que Nisman, como se recordará, estaba a cargo de la investigación del atentado a la mutual AMIA y había pedido la indagatoria de varios funcionarios del gobierno, entre ellos la Presidenta Cristina Fernández y su canciller Héctor Tímmerman, además de otros de menor rango. Y el cruento hecho se dio un día antes de que Nisman fuera al Congreso de la Nación a exponer sobre el tema de tanta implicancia institucional. 

Desde ese día, la justicia, a través de la fiscal Viviana Fein y los sucesivos jueces del caso, investiga para tratar de establecer si la muerte de Nisman se trató de un suicidio, un suicidio inducido o un homicidio.

Es cierto que la sociedad argentina está habituada, lamentablemente, a la falta condenas en los casos resonantes; justamente, el de la AMIA es uno de los emblemáticos en  ese sentido, o la voladura de la 
Embajada de Israel, como otros tantos hechos ocurridos durante el gobierno de Carlos Menem, con investigaciones sospechadas y cambios de carátula destinadas a no encontrar culpables.

Por ejemplo, el caso de la  muerte del hijo de ese expresidente aún hoy es cuestionado por su madre y hermana, que pidieron que la carátula deje de ser nominada como «Accidente». Y eso por recordar solo uno de los tantos ejemplos. 

Volviendo a los casos de la mutual judía y la Embajada, los dos peores atentados sufridos en democracia, las respectivas investigaciones llevan ya 20 y 22 años, lo que lleva al renovado pedido de la comunidad hebrea en nuestro país (argentinos como todos los ciudadanos de este país, en definitiva)  año tras año por sus esclarecimientos. 

En ese sentido, vale recordar que, en España, el Estado tardó tan solo una semana en detener a los autores del criminal atentado a la estación de Atocha, en Madrid.

En el caso del fiscal Nisman, son muchos los elementos que abonan las sospechas: los folios del caso AMIA encontrados en el escritorio su escritorio, su férrea decisión de presentarse en el Congreso el lunes 19 de enero, son algunas de las señales que hacen dudar de un suicidio. Y esto dio lugar a mucho caranchismo periodístico, desde medios que trataron, desde un primer momento, de alimentar estas sospechas, alejándose del rigor de la información.

Es este rigor periodístico el que debe primar, y el profesional informante debe dar a conocer los hechos comunicados día a día por la fiscal Fein en la puerta de la Fiscalía de la calle Tucumán al 900. Esto es, ni más ni menos, lo que la justicia dice. Y, hasta ahora, habla de que los elementos que rodean al hecho parecen alimentar la hipótesis de suicidio.

Al respecto, en una encuesta, puntosurweb.blogspot.com preguntó a sus lectores cuál creía que era la causa real de la muerte de Nisman: las opciones, suicidio, suicidio inducido o asesinato. La inquisitoria -carente de todo rigor científico- arrojó que un 75 por ciento cree que se trató de un suicidio, y tan solo el 25 por ciento, por el homicidio.

En definitiva, hay que dejar que la justicia actúe, pero reclamar para que lo haga y llegue a determinar de forma creíble y honesta la verdadera causa material de la muerte de Nisman. Los argentinos nos merecemos tener una justicia verdaderamente independiente y ejemplar, para lograr, de una vez por todas, ser una verdadera Res pública.

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