Con que cumplas tu parte, alcanza.
Soy de los que, desde la infancia, siempre admire el trabajo de las hormigas, más allá del daño que puedan causar. Me gusta su organización social de estos himenópteros porque son previsoras. Por eso, cada vez que puedo me detengo a contemplarlas. Como se sabe, estos pequeños insectos habitan en nidos formando grandes sociedades donde, cada individuo, tiene asignada su tarea. Ellas son previsoras y en ese sentido recordemos por caso la fábula de Esopo que tiene como protagonistas a una cigarra y una hormiga.
Es por esa razón donde encuentro un sendero que ella abren en su trajinar, lo recorro con la vista y el de este caso, era bastante extenso. Comenzaba en cercanías de uno sauces y culminaba en su hormiguero, distante a más de 20 metros del sitio elegido para recolectar hojas y ramas acordes a su tamaño. Como en toda comunidad, hay quienes hacen su trabajo silenciosamente y otros que buscan granjearse el beneplácito de su jefe. Con las hormigas sucede lo mismo, o al menos eso es lo que me pareció, al ver que una obrera luchaba por cargar una ramita que superaba su peso y multiplicaba varias veces el largo de su cuerpo, mientras que sus semejantes ordenadamente, pasaban a su lado cargando lo que , en realidad, su fortaleza les permitía.
Una y otra vez caí pero no soltaba su carga. ¿Que buscaba demostrar ese minúsculo insecto ?. Quizás pretendía mostrar que era superior a sus compañeras. No lo sabré. Lo cierto es que insistía con esa carga. Llegue a sospechar que simplemente su propósito, era el de cumplir con la cuota diaria de aporte de materia prima para la fabricación de hongo, los que luego servirán para alimentarse y alimentar a todo el hormiguero. Podía ser. Mientras reflexionaba sobre el tema, las restantes iban y venían del nido despreocupadas. Así pasaban los minutos sin que el insecto que llamo mi atención avanzara lo suficiente, debido a la carga que había elegido trasportar. Pero seguía insistiendo.
De a poco la luz solar se iba consumiendo al igual que el largo camino que separaba al animalito su refugio. También ya habían disminuido el incesante ir y venir de las otras hormigas porque, además, había amenaza de lluvia y las hormigas obreras lo habían notado. En realidad ya eran más las que regresaban que las que concurrían al sector de cosecha. Pero a ella, aún le faltaban unos dos metros para llegar y con certeza se alentaría pensando que al llegar, sería premiada por esa carga muy superior a las que aportaron sus compañeras. Entusiasmada con esa idea de ser recibida digamos ¨con bombos y platillos¨ continuaba su camino. El sendero ya estaba desolado porque la tormenta no tardaría y de ellas querían estar desprotegidas.
Sin embargo, la tozuda hormiga caía y se levantaba y así, a los tumbos llego al nido común. Creo que fue su afán de sobresalir sobre las demás la razón que la impulsaba realizar semejante esfuerzo y sobre todo, la creencia que sería recibida por un comité de honor para alagarla. Pero frente al hormiguero tropezó con otro inconveniente; no podía maniobrar la carga para ingresar al mismo. Lo intento uno y otra vez pero resultaba imposible. Fue entonces que agotada, resolvió dejar la pesada carga a un costado y perderse por el oscuro orificio de la guarida común. Para ella no hubo nada especial, al contrario había derrochado energías en vano, simplemente con el objetivo de superar a sus compañeras, las que con menos carga realizaron decenas de viajes con un mayor provecho en esa jornada.
Ya fuera del alcance de mi vista, se me ocurrió una reflexión que vuelco al final de esta nota, que surgió un invierno, en la ciudad del San Luis donde hace algunos años me encontraba de paseo y tuve oportunidad de presenciar lo expuesto. Por eso, al ver semejante final pienso que siempre es mejor realizar la tarea asignada a cada en cada lugar que nos toque y no fracasar, queriendo mostrarnos superiores a nuestros compañeros ante el que manda, como el caso de la protagonista de este relato.
Gerardo Scioscia.
sciosciagerardo@gmail.com
Policía: cuatriciclos por camionetas 4 por 4
Nunca estuve de acuerdo que los patrullajes policiales en el partido de Lanús se hagan en autos o, peor aún, en camionetas 4 por 4.
Por los costos de compra de estos vehículos (los pague el Municipio o la Provincia), más el gasto de mantenimiento que dí le ocasiona a la Municipalidad en concepto de combustible, gomas, mecánica, chapista, etcétera.
Patra patrullar el partido, es mucho más práctico, ágil y económico usar motos o cutatriciclos. Estos, bien equipados, con radios y los equipos que correspondan y hasta con techos de lona para el sol o la lluvia.
Con el costo de una 4 por 4 se compran tres cuatriciclos.
Teniendo en cuenta que no se está peleando contra grupos comando que asaltan bancos o camiones blindados, sino que es necesaria la presencia policial frente a delincuentes, por lo general de poca monta, que matan por un celular, un par de zapatillas a viejitos y transeúntes que caminemos descuidados por la calle.
Esto no quita tener algún vehículo mencionado para transportar detenidos o algún otro trámite en las puertas de las distintas comisarías, y dejar motos y cuatriciclos para recorrer las calles de Lanús; la simple presencia de motos y cuatriciclos desanima a todos lor rateritos y demás delincuentes.
Estos cuatriciclos son muy veloces, suben a la vereda, son ágiles y funcionan a batería; tienen rodados más chicos que las 4 por 4 y el municipio ahorraría dinero en el mantenimiento, que así lo podría destinar a otras urgencias.
Cuatro o cinco policías en una camioneta 4 por 4 con aire y calefacción me parece un desperdicio de tiempo, de gasto y de personal; y por las comodidades que ofrecen estas camionetas, no tienen ganas de bajarse, ni en invierno ni en verano.
Miguel Graziano
Lanús Oeste.
Las tierras de la Estación ¿no fueron donadas por Lanús?
Relatos históricos sin documentar, apenas son cuentos.
En la historia de Lanús, al igual que en otras localidades que se levantan al costado la traza del ex ferrocarril del Sud, algunas afirmaciones no siempre coinciden con la verdad documentada. En realidad, no son pocos los historiadores que repiten esos relatos que, por lo general, fueron vertidos por allegados a las personas que se mencionan y volcados en distintos impresos. Así, muchos propietarios de grandes extensiones afectados por la traza del mencionado ferrocarril, pasaron a la historia como muy generosos por donación de terrenos para levantar allí estaciones ferroviarias, aunque por el momento no existen documentos que lo demuestren que eso fue así, al contrario.
Uno de eso caso es el de la estación Lanús, que según dice el ¨Anuario de Lanús ¨ publicado en 1938 ¨tomo ese nombre ¨ por donación de las tierras para levantarlas que hicieron la empresa en 1863 los señores Anacarsis y Juan Lanús¨. El Anuario que hacemos referencia fue publicado con motivo de conmemorarse el ¨Cincuentenario de su Fundación ¨, pero que en realidad, lo que celebraba esa publicación fueron los 50 años de la fundación de la Villa General Paz, ocurrida el 20 de octubre de 1888 y en cercanías de la actual estación de trenes. Entonces la publicación conmemorativa se vendió a un peso el ejempla.
Su director fue el doctor Manuel María Oliver y tenía como administrador a Luis Scocuzza siendo publicado por ¨Editorial Pueblo Argentino ¨que por entonces se ubicaba en ¨José C. Paz 733 -Lanús -Avellaneda ¨. La mencionada calle, como se ve, no es otra que la hoy avenida 9 de Julio, es decir que la editorial se encontraba en la Villa General Paz. Agreguemos al respecto que por muchos años el 20 de octubre fue celebrado como fundación de Lanús, pero esa es otra historia.
Quienes con algunas diferencias repinten lo que sostiene el ¨Anuario ¨ aunque con pequeñas diferencias, son los autores de ¨Del Pago del Riachuelo al Partido de Lanús 1536-1944 ¨Alberto S.J. de Paula, Ramón Gutiérrez y Graciela María Viñuales. En la página número 116 de su libro indican que ¨La de Lanús sería la primera parada establecida fuera del diagrama inicial, luego de las gestiones del Sr. Anacarsis Lanús quien en 1867 cedió las tierras necesarias para su establecimiento¨, aunque aclara que como no existía aún una población estable era apenas un apeadero.
Sin embargo, y al igual que otros propietarios que habían comprado tierras para hacer negocios inmobiliarios a futuro, estos no estaban obligados a donar parte de ella. Al contrario, la empresa expropiaría lo necesario para su desarrollo. Para saber cómo fueron los hechos alcanza con repasar el contrato de concesión entre el Estado y la empresa ferroviaria. Veamos Por la ley de la provincia de Buenos Aires del 27 de mayo de 1862 se autoriza la construcción del Ferrocarril al Sud de Buenos Aires, camino que arrancará de ¨esta ciudad hasta el pueblo de Chascomús¨ según indica el ¨ Contrato de Concesión ¨.
Por ese mismo contrato se aclara en el punto cuatro que ¨Los terrenos necesarios para las vías férreas, estaciones, y demás construcciones indispensables, serán cedidos a la Empresa, siendo de propiedad pública: y si particular o municipal, serán expropiados de cuenta de la Empresa, gestionando la expropiación ¨. En resumen, las vías pasaban por tierras de los Lanús como señala el ¨Anuario mencionado, aunque estas previamente debieron ser expropiadas por la empresa ferroviaria, aunque no contemplaba levantar ninguna estación, cosa que pudo gestionar Anacarsis Lanús a fin de aumentar el valor de sus tierras.
sciosciagerardo@gmail.com