Ataque francés en Siria, el 26 de septiembre último (lasexta.com) |
Estuve en París el año pasado. Me hospedé en un hotel de la calle Regnault, casi en la periferia de la capital francesa. Ahora que la ciudad sufrió atentados, evoco mis cuatro días allí, y recuerdo a Ameliê, la conserje de la tarde - noche del hotel, una rubiecita de ojos pequeños y celestes, de unos 20 años, que trataba de hablarme un español fluido. Amelièe fue la única francesa servicial y sonriente con la que me topé y tuve posibilidad de hablar.
Cuando recién habíamos llegado, chicas del tour del que formaba parte me invitaron a caminar. A las 20 cuadras quise regresar. Lo hice solo, claro. A las cinco cuadras de vuelta llegué a una diagonal, preferí seguir derecho y me perdí. Estaba yo, un lanusense, recién llegado a París, solo y perdido. Comencé a preguntar por la calle Regnault, pero todos me levantaban la nariz poniendo cara de asco y diciendo sólo "No, no". Entre tantas personas a las que les pregunté "Ecute moi, le rue Regnault", una chica me miró y no solo no me contestó sino que dio vuelta la cara para el otro lado, y siguió su camino. Empecé a conocer a los franceses...
Al día siguiente los observaba caminar a sus actividades. Nadie habla con los otros y caminan con mirada casi altanera. Vi también a los transeúntes de color (argelinos, senegaleses) que miran con desconfianza y asustados. Se les nota en sus ojos muy blancos que mueven hacia ambos lados con temor y en sus cejas levantadas. Es que los franceses segregan.
Con el mapa del centro de París de la zona donde fueron los atentados ante mis ojos, cerca del teatro "Le Bataclán" veo marcado en el mapa el restaurante "Le Brasserié" (no hubo ningún hecho sangriento ahí), que lo recuerdo perfectamente de verlo al ir con el micro por la calle donde está, cuadras arriba, el Mouline Rouge, y luego el barrio de Monmartre, donde los pintores bohemios hacen retratos.
Me sorprendí. Y sí, pude haber sido yo, como fueron 127 personas el viernes.
Según el Estado Islámico, los atentados fueron por los ataques franceses en Siria a fines de septiembre. Es decir, a un horror responde otro horror más fuerte. El comunicado de EI habla de que en el Teatro Bataclán "se concentraron cientos de apóstatas en un concierto amoral y de desenfreno" es decir, están en contra del ocio y la diversión. Y atacaron París porque los franceses "se atrevieron a insultar al profeta (Mahoma) y se jactaron... de atacar a los musulmanes en la tierra del califato..."
Víctimas de los dos lados, por cuestiones políticas y religiosas. Pero qué tienen que ver los niños y hombres y mujeres sirios con el odio francés, y qué, del otro lado, los asistentes a un concierto o los que estaban tomando algo en una confitería parisina, con el "ojo por ojo" del EI.
A la noche del 13 de marzo del 2014, me despedí de Amèliè; quise pasar de su lado del mostrador y me miró con cara asustada, igual que los negros argelinos. Pero le dije que sólo quería darle un beso porque me iba. Ya aliviada, le beso la mejilla derecha. "¡Acá en Fgancia son dos besogs!", me contestó con una sonrisita de ángel, -de angelita francesa, en su caso-. Y obviamente, accedí más que gustoso a su "sugerencia". Puntosurweb tiene lectores en París. Me la imagino a la rubiecita como una de ellos.
Hoy, tras los atentados, pienso en París, y me acordé de Amêliê, la chica de los ojos azules del hotel de la calle Regnault. Dios quiera que esté bien.