Por Andrea Vartanian.
Las creencias que el orgullo es la valoración que le damos a nuestra persona o hacia un ser querido. Podemos sentirnos orgullosos de nuestro progreso, sentirnos orgullosos por el buen obrar de una persona, sentirnos orgullosos por nuestro equipo preferido de fútbol que ha logrado triunfos. Pero este orgullo es una emoción que hay que aprender a manejar, ya que el exceso de estimación propia hace que nos consideremos superiores a los demás, y esto puede provocar tantos malestares y hasta distanciamientos entre las personas. ¿Cuantas veces hemos escuchado que familias enteras han estado por años distanciadas o “peleadas a muerte”?, y todo ello es bloqueado por este sentimiento de orgullo, de creerse más, de sentir que “el otro debe cambiar su postura”, sin reflexionar sobre lo que realmente pasa o pasó, ya que quizás puede hasta ser un error nuestro. Pasa que el orgullo va ligado al ego, y el exceso de éste es lo que nos lleva a obrar desde la cabeza y dejando de lado a los que sentimos, a nuestro corazón y a nuestra alma.
El Ego nos lleva a competir con otros, a través de la comparación de lo alcanzado. Nos lleva a estar observando con mucha frecuencia lo que otro logra, no como aprendizaje sino como competencia. Nos utiliza para “estimularnos” falsamente y por ello no disfrutamos de la experiencia. Ésta se vuelve tensa, llena de ansiedad, no nos permite ser, sino a través de otro. Sufrimos cuando no logramos satisfacer al ego, cuando no conseguimos ser superiores a nuestros semejantes.
El orgullo no permite que reconozcamos nuestros errores, el ego hace que enfoquemos la atención siempre en los errores de los demás, más que los de nosotros mismos.
Claros síntomas que nos pueden ayudar a darnos cuenta si sobrepasamos nuestro ego son los siguientes:
*Si vives pendiente de las apariencias y supones que perteneces a una clase superior.
*Si crees que tienes preferencia sobre todos.
*Si crees que nunca te equivocas y los demás sí.
*Si te has estancado en una posición y no admites otras opiniones ya que lo tuyo es lo perfecto.
*Si eres tú el que habla siempre, minimizando la opinión de los demás.
*Si te crees imprescindible y todo lo que posees es mejor que lo de los demás.
*Si no aceptas sugerencias para mejorar algo, solo porque no se te ocurrió a tí.
*Si te aferras a una postura defendiéndola sin límites y sin aceptar un margen de error o corrección, sin reconocer el fracaso.
*Si haces cosas contrarias a las que te dictan tus sentimientos aún dañando y dañándote.
Desarrollar valoración sobre nosotros mismos, poseer un buen concepto personal debe ir acompañado de humildad, cuanto más interna sea la alegría acompañada de la humildad, mejor es la manifestación proyectada al exterior.
La humildad nos ayudará a manejar mejor las situaciones donde florece nuestro orgullo.
Estar orgullosos de nuestros progresos es muy bueno, pero creernos, por esa causa, ser mejores que los demás, eso es dejar la humildad de lado y nuestro corazón, y eso no es bueno ni nos ayuda a crecer.
Una buena manera de encarar la vida es ser agradecidos, vivir con humildad y con el corazón nuestro crecimiento y así, disfrutarlo sanamente. También es un buen ejercicio escuchar nuestro corazón y dejarlo sentir. No dejarnos llevar por broncas, ni escuchar a nuestro ego, silenciarlo para poder escuchar lo que realmente sentimos. El corazón tiene siempre la respuesta exacta para que vivamos felices. ¡¡Escuchalo!!
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