"Soy Agustín. Padezco insuficiencia renal crónica terminal. Me dializo tres veces a la semana, cuatro horas a través de una fístula arteriovenosa como acceso vascular.
"Mi situación actual es que mi vida depende de una máquina o del trasplante renal cadavérico.
"Es un sentimiento realmente aterrador saber que solo esas dos cosas pueden salvar mi vida y que por ahora solo dependo de una máquina hasta que mi cuerpo lo resista.
"Cuando me descubren la enfermedad sólo tenía 14 años, vivía en mi pueblo, Rincón, de la provincia de Catamarca.
"Hacía una vida normal como cualquier chico: iba a la escuela, jugaba a la pelota, tenía a mis amigos. Hoy tengo 17 años y lo único que hago es esperar por mi donante. Sigo estudiando, dos veces a la semana tengo maestras domiciliarias.
"Rezo mucho todos los días para que todo salga bien y rápido. Tengo mucha fe de que va a ser así porque tengo muchas ganas de vivir, de disfrutar lo maravillosa y valiosa que es la vida.
"Gracias a todas las personas que están ayudándome y apoyando a mi familia. Les estaré eternamente agradecido".
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